La Espada y el Dragón

La espada y el dragón

Existe un dragón que mora
al filo de la conciencia;
en su guarida encerrado,
en silencio nos acecha.
Al más mínimo descuido
reacciona, se subleva,
y usando sus malas artes,
su imaginación perversa,
se impone sobre nosotros:
¡Nos hace sus marionetas!

La ignorancia que nos guía
y aboca a nulas enmiendas,
brinda al dragón sacrificios,
ante su avidez perversa;
acallando así sus ansias
cual fuego en su boca infecta.
De la candidez del alma
¡vil animal! se aprovecha,
acechando su hermosura
con intenciones aviesas.

Es la razón caballero
portando su espada enhiesta
dispuesto a donar la vida
por el bien de su princesa.
Porte gentil y bizarro,
firme voluntad, su emblema,
cuyo fulgor de diamante
resplandece en las tinieblas
sometiendo la ignorancia,
preservando la pureza.

Afán del fiel caballero
yace el alma, la princesa,
guardada en concha de nácar
su inestimable pureza.
Afán también del dragón
se oculta, prístina perla,
en un cofre de esperanza
que late, encendida tea,
esperando que la espada
tronche la horrenda cabeza.

Rosa (17/9/2013)